Combate la falta de objetivos, y elimina la disfuncionalidad en tu empresa

Combate la falta de objetivos, y elimina la disfuncionalidad en tu empresa

Trabajador, gerente o socio, todo aquel que forma parte de una empresa tiene la capacidad de combatir esos roces, conflictos o puntos ineficientes que hacen que ésta experimente un patrón disfuncional.

Algunos de los vicios a combatir tal vez puedan parecer evidentes, pero muchas empresas enfrentan varios de ellos sin siquiera darse cuenta.

Evita las discusiones eternas. En muchos departamentos suceden debates o discusiones sobre problemas, posibles soluciones, proyectos a emprender o decisiones por venir. Lo normal es que, después de un tiempo de ideas, pros y contras, se llegue a una decisión.

Sin embargo, en ciertas dinámicas de grupo, este punto parece que jamás se alcanzará.

Por una parte, interviene la falta de liderazgo dentro de la dinámica grupal. No existe una persona o grupo que sepa orientar las acciones hacia un resultado concreto, por lo que la discusión comienza a girar en círculos.

Otros factores que favorecen la conducta viciosa son la competitividad excesiva, que lleva a defender un punto hasta después de agotado, o la rivalidad, que impulsa a desaprobar instantáneamente aquello planteado por el contrario.

La mejor manera de trabajar este problema es estableciendo liderazgos (fijos o rotativos), realizando actividades que favorezcan la integración grupal y dejando claros los lineamientos para la toma de decisiones.

Disuelve la idea de que existe gente con privilegios especiales. Si en una empresa existe la noción de que uno o varios departamentos son más importantes y otros son completamente intrascendentes, esta compañía sufre de una seria enfermedad estructural que terminará por comerse su productividad.

Esta dañina imagen de departamentos indispensables y departamentos prescindibles crea, en primer lugar, una rivalidad que impulsará a unos a obstaculizar el trabajo de los otros, ya sea por considerarse superiores o inferiores al resto.

En segundo lugar, los departamentos jamás podrán comunicarse o entenderse de la manera que una empresa exitosa lo necesita. Por último, quienes se sienten desvalorados en su empresa trabajan desmotivados y terminan renunciando, creando un ciclo interminable de infructuosos entrenamientos de personal.

Combate la falta de objetivos. Cuando los objetivos de la empresa comienzan a desviarse, todo se descalabra. La administración de recursos, tanto humanos como materiales, deja de orientarse hacia aquello que puede llevar a la empresa al éxito, los proyectos a aprobar no son los correctos e incluso las adquisiciones de personal son las incorrectas.

Tal es el caso de las compañías que siguen manteniendo proyectos “emblema” que ya no reportan los beneficios que la empresa necesita, únicamente porque son intocables en la estructura.

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