“Prefiero entender un por qué…a convertirme en el Rey de Persia” Demócrito
El pasado 18 de junio, este inmortal pensamiento de Demócrito titulaba un artículo crítico que escribí para hacer referencia a la permanente incertidumbre en la que estamos viviendo los ciudadanos europeos y, en particular, los españoles. Con motivo del cierre de año, creo en consciencia que debo insistir en ello.
Durante todo el 2012 -y aún durante varios meses de 2013- la incertidumbre ha sido -y creemos que seguirá siendo- el principal actor del escenario europeo. Y lo creemos porque se siguen manteniendo dudas sobre la salida airosa de la crisis económica y política que se ha instalado en la UE.
Sede de la Comisión Europea
Se mantienen aún abiertas muchas incógnitas, algunas estrictamente estratégicas pilotadas por Alemania -que se enfrenta a elecciones en el 2º semestre-, lo que hace que se difieran medidas que sería necesario implementar ya en el arranque de 2013 pero que han pasado a 2014, como de hecho se ha resuelto en la última Cumbre de Jefes de Estado y Presidentes de Gobierno.
Obviamente, la incertidumbre sobre el comportamiento de los mercados no ya en los próximos meses, sino en las horas siguientes a cada paso dubitativo que dan los líderes en Bruselas -o a nivel local en España-, ha sido la seña de identidad de una Unión Europea cansina, incapaz de resolver los problemas de la deuda soberana y de dar alivio a la Europa del Sur, la más expuesta.
Para que exista una buena comunicación entre gobierno y ciudadanos deben ocurrir dos cosas: que el receptor del mensaje (los ciudadanos) perciba que quién emite el mensaje lo hace con transparencia y sinceridad; que los millones de receptores (ciudadanos) crean en la capacidad que sus líderes políticos tienen para resolver dicho problema.
El desasosiego en los ciudadanos europeos (griegos, italianos, portugueses, españoles) es que no creen ni en la verdad del mensaje ni en la capacidad de resolución de parte de sus políticos. Estas coordenadas también han estado marcando el ritmo de 2012, lo que abre una brecha que genera situaciones poco afortunadas de actos violentos (Grecia) y en el mejor de los casos, multitudinarias manifestaciones pacíficas de ciudadanos mostrando su absoluta disconformidad con los recortes presupuestarios (España).
¿Cuánto creen los políticos que los ciudadanos pueden aguantar la situación actual de parálisis en la economía? Si por asomo piensan que con las explicaciones que se están dando van a poder contentar a los “sumisos” ciudadanos, entonces están muy equivocados. Se explica tarde y mal, no se transmite confianza y menos se eliminan las incertidumbres futuras, tanto de los mercados como de los que toman las decisiones en Bruselas. Existe un porcentaje de la población europea que es euro-escéptica (es minoría) que aparentemente está creciendo de manera preocupante. No se fían ni dela UE ni del Euro.
Cuando en los primeros cursos de economía se explica a los alumnos cuáles son los fundamentos para que una moneda sea un instrumento de pago de aceptación generalizada, siempre se menciona la confianza que la población tiene en dicha moneda. Los ciudadanos creen en una moneda cuando, independientemente de los políticos de turno, se tiene confianza en las políticas que siempre se vienen haciendo desde gobiernos de diferente signo para mantener el valor de dicha moneda y que siga siendo –caso del dólar estadounidense- un instrumento de pago y también un refugio de inversores.
Con este espíritu nació el euro pero, durante 2012, se ha cuestionado la base misma de la sostenibilidad del sistema monetario europeo al perderse la confianza tanto en la moneda como en la capacidad de que sus líderes políticos puedan sacar al euro adelante en esta crisis europea, que es especialmente de confianza en el liderazgo europeo. Y la mala comunicación, fundamentalmente por declaraciones cruzadas de los diferentes líderes dela UE, no quitaba presión a dicha desconfianza.
¿A alguien se le pasa por la cabeza, cuando se está hablando de que en el último día del año Estados Unidos pueda caer en el llamado “abismo fiscal”, que entre republicanos y demócratas no encontrarán finalmente un atajo para que prevalezca por encima de cualquier otra consideración la probada hegemonía del dólar sobre el resto de monedas del mundo?
Lamentablemente, la determinación que se tiene en Estados Unidos es una carencia en la Eurozona, en el fondo (la incapacidad de haber resuelto desde mayo de 2010 en que explota el “affaire” griego, el problema de la deuda soberana) y en las formas (declaraciones que nunca terminan de contentar a los mercados, especialmente agresivos con economías como la española).
Y hemos visto cómo se contagia esta incertidumbre a nivel local porque el ejecutivo español se ha ocupado, por activa y por pasiva, en sumar más incertidumbre al no haber tomado la decisión política de solicitar el rescate, facilitando entonces que actuase el BCE y el MEDE para la negociación de la deuda española.
¿Es que alguien puede pensar que efectivamente se está tomando una decisión económica? El que piensa esto es un ingenuo. Rajoy y su equipo están tomando una decisión (o mejor dicho no tomando) no en base a una razón económica -basta ver la prima de riesgo y el coste de financiación de las empresas españolas- sino en una táctica eminentemente política.
Los gobiernos de la UE que han sido previamente rescatados pagaron un coste político que es el que no se quiere pagar en España aunque, antes o después, lo terminaremos pagando todos. Esta es la cuestión.
Jose Luis Zunni
Post escrito por José Luis Zunni, Director Edición Online ECOFIN, Miembro de la Junta Directiva de Economistas Críticos, Ponente de Seminarios de Liderazgo y Management de laEEN y Coordinador del FORO DE MANAGEMENT Y NUEVA ECONOMÍA DE LA EEN, Analista de la realidad actual y especialmente en los aspectos económicos, políticos y sociales, Experto en Management y formador de directivos y profesionales en las técnicas de liderazgo.
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